Mi abuelo me contaba el gallo Kiriko cada día.
Ahora soy yo la que le llevo a la boda de su tío Perico…y cada vez que lo cuento recuerdo porque empecé a narrar, y le recuerdo a él.
Desde 2008 narro de manera profesional. He recorrido bibliotecas, colegios, plazas, centros culturales, hogares, rincones, balcones, teatros, etc con mi palabra.
Elegí contar cuentos por la necesidad de sembrar el mundo de valores como mi padre siembra en la tierra, de viajar a otros lugares, de ser una tortuga o una anciana, de pasearme por África o por la meseta Castellana.